Un año sabático

La Real Academia Española define la construcción año sabático como “licencia, con sueldo o sin él, que se toma o concede para que alguien cese voluntariamente su actividad laboral y se dedique a asuntos personales, por un período de doce meses consecutivos”. Matices más, matices menos, ese derecho laboral encaja en lo que fue la última temporada de Golden State Warriors. Es imposible narrar la temporada de los de San Francisco sin evocar su glorioso pasado reciente.

La formación y ejecución de la dinastía

La franquicia campeona en 1947 (BAA), 1956 y 1975 entraba en la segunda década del milenio con muchos años de sinsabores encima. Dieciocho años con una participación en playoffs tuvieron los Warriors entre 1995 y 2012. El We Believe, heroico equipo que -tras avanzar a la postemporada en el octavo puesto del Oeste- eliminó a Dallas Mavericks, número uno de la regular, fue un oasis dentro de un desierto del Sahara. Una hazaña para el regocijo dub entre tanto infortunio. Una proeza en medio de la desdicha. Y así sucesivamente. Pero todo empezó a cambiar en La Bahía.

La(s) primera(s) piedra(s) angular(es) la(s) puso la gerencia. En los escritorios se craneó con una pluma sagrada el futuro de la franquicia. Y en los consiguientes Drafts, primero con Larry Riley y luego de la mano de Bob Myers, los Warriors diseñaron un equipo armado para la gloria. Stephen Curry (7° en 2009), Klay Thompson (11° en 2011) y Draymond Green (35° en 2012) significaron tres aciertos de antología de sus encargados. Con algunos agregados (Andre Iguodala, Shaun Livingston, Harrison Barnes -7° en 2012-, Andrew Bogut, Marreese Speights, Leandro Barbosa, David Lee), el equipo estaba listo para la historia.

Thompson, Curry y Green, artífices de los Warriors multicampeones – Jose Carlos Fajardo/Bay Area News Group

El ansiado regreso a playoffs en 2013 y 2014 no fue tan fructífero, aunque las eliminaciones a manos de los Spurs y Clippers, respectivamente, le sirvieron para sumar un roce de postemporada que desconocían. En 2015, el mejor récord de su historia lo dejó en el primer lugar de la conferencia. Eliminaciones a Pelicans, Grizzlies, Rockets y Cavaliers le dieron a los de Oakland el primer anillo en cuarenta años. La consagración de Stephen Curry, MVP por segundo año consecutivo, en este caso de forma unánime, le dio el plus al equipo para lograr en la 2015/2016 un 73-9 sin precedentes, puntaje con el que superó a los Bulls de Michael Jordan. Sin embargo, el desgaste hasta el último día de la temporada regular y un imparable LeBron James le quitaron a los californianos su segundo Larry O’Brien consecutivo.

Tras la frustración, Bob Myers no se quedó de brazos cruzados y, en paralelo a esenciales contactos entre los jugadores, acordó el fichaje de Kevin Durant en una de las decisiones más recordadas de la historia de la agencia libre. El número 35, MVP en 2014 y remontado por su nuevo equipo en las finales de conferencia previas, llegaba para obtener el ansiado anillo y formar un quinteto temible. Se desprende que los Warriors debieron dejar ir a algunos activos, cuyos contratos se hacían impagables por la llegada de una nueva superestrella. Con esa brillante formación, Golden State lo volvió a hacer: 67-15 en la regular season 16/17, dando mayor descanso a sus jugadores, y un 16-1 en la postemporada para fijar un nuevo récord y conseguir el trofeo negado doce meses atrás.

La 2017/2018 tampoco revistió un gran inconveniente para unos Warriors que asomaban como una de las grandes dinastías de la historia. 58-24 en temporada regular, algún susto contra los Rockets en la final de conferencia y una contundente barrida a los Cavaliers, rival de las FiInales por cuarto año consecutivo, para conseguir el sexto anillo de la historia de la franquicia. Tras años de dominancia absoluta, tras la temporada 2018/2019 llegó la parcial desintegración de un equipo que quedó en la retina de los amantes del básquet.

Es menester destacar a la gran cabeza que hay detrás de este súper equipo. Bob Myers contrató a mediados de 2014 a Steve Kerr, que desde su retiro como jugador había ejercido roles de comentarista y ejecutivo. El entrenador novato superó las expectativas, ganando el campeonato en su primer año. Kerr no solo consiguió clasificarse a la postemporada durante todos los cursos, sino que en todos accedió a las Finales. Tres títulos y dos subcampeonatos engrosan el currículum de quien ya es uno de los grandes entrenadores de la historia del deporte. El cinco veces campeón como jugador (tres con los Bulls y dos con los Spurs), acumuló en sus primeros cinco año un récord de 322-88 (.785) en regular season y una marca de 77-28 (.733) en playoffs, números de leyenda.

Todo tiene un final…o no

Una temporada regular sin muchos imprevistos en lo deportivo, salvo alguna lesión, no presagiaba un final atroz. Agregaron al roster a un lesionado DeMarcus Cousins, que resignó casi todo su contrato apuntando a volver al final de la temporada y a conseguir el anillo que aún le falta a su carrera. Sin embargo, el aire ya no era tan puro en La Bahía. La creciente polución se debía principalmente a la incertidumbre en cuanto a futuros contratos y se plasmaba en algunas discusiones o gestos que antes no tenían lugar. La tensión entre Draymond Green y Kevin Durant empezaba a vaticinar la salida de KD, que ya observaba de reojo la opción de salir a fin de temporada.

Sin embargo, un confortable 57-25 sirvió para apaciguar momentáneamente las aguas y colocarse, tras un año en que lo hicieron los Rockets, en el primer lugar del salvaje Oeste. Tras eliminar a los Clippers -con nueva pelea entre Durant y Green, en ese caso un poco más mediática, y el desgarro del cuádriceps de Cousins-, la serie ante los Rockets conllevó la pérdida de Kevin en el quinto partido por una lesión en el isquiotibial. Un descollante Curry lideró al equipo para barrer a los Trail Blazers y plantarse por quinta edición consecutiva en las Finales de la NBA, en este caso ante Toronto Raptors.

Los retornos de Cousins (Game 1) y Durant (Game 5) ilusionaron a los de San Francisco, pero las lesiones volvieron a ser condicionantes. Un Boogie fuera de término -hoy nuevamente lesionado de gravedad-, el resentimiento de KD tras doce minutos en la cancha, que le produjo la rotura del tendón de Aquiles, y la ruptura del ligamento cruzado anterior de Klay Thompson en el partido final sepultaron las ilusiones dubs. Tras un 1-3 inicial, la llama se encendió por un infartante final en Toronto, donde los Splash Brothers lideraron a los vigentes campeones para ganar de visitante. Tres días después, ya sin Durant y perdiendo a Klay a falta de quince minutos para el final, los Warriors sucumbieron contra los Raptors de Kawhi Leonard.

Cambios y preparativos

En los escritorios se volvió a gestar el nuevo equipo de Golden State. En simultáneo se confirmaron la renovación del lesionado Klay Thompson por 5 años y 190 millones de dólares, la extensión contractual de Draymond Green por un lustro y $118M -el último con opción de jugador- y la partida de Kevin Durant hacia Brooklyn Nets; ambos tienen en común que sus respectivas lesiones los marginaron de la temporada.

Kevin Durant ganó dos trofeos al MVP de las Finales con los Warriors – EZRA SHAW (AFP)

No obstante, el oscuro panorama se aclaró con una sorpresa: Durantula realizó un sign and trade, por lo que los Nets tuvieron que realizar un trade para hacerse con sus servicios. Con otras condiciones de contratos y algún pick de baja importancia llegó a la escuadra azul y amarilla D’Angelo Russell, All Star con los Nets en 2019. A estos movimientos se sumó un éxodo masivo: DeMarcus Cousins y Andre Iguodala se fueron vía agencia libre, Shaun Livingston se retiró y Andrew Bogut (había regresado en el transcurso de la temporada), Quinn Cook, Jordan Bell, Alfonzo McKinnie y Jonas Jerebko también partieron. Un equipo totalmente nuevo.

Con una plantilla más o menos equilibrada, los Warriors habían salido -a priori- del sofocón generado por las lesiones y los inconvenientes contractuales que se presentaban. Stephen Curry, D’Angelo Russell y Draymond Green parecían activos suficientes para llevar al equipo a la postemporada por octavo año consecutivo. El paso al frente de Kevon Looney -que también había sufrido una lesión ante los Raptors- y la llegada de Willie Cauley Stein eran motivo como para obtener cierta tranquilidad en la pintura. También llegaron Eric Paschall, Jordan Poole y Alen Smailagic mediante el Draft y se incorporaron en el marco de la agencia libre Alec Burks, Glenn Robinson III, Omari Spellman y Ky Bowman. La renovada plantilla mantenía a Damion Lee y Jacob Evans y sumaba a algunos assets todavía más marginales.

Home sweet home

Otro asunto que movió el verano del hemisferio norte fue el cambio de localía de los Warriors. A pesar de estar asentados en el Oracle Arena desde 1966 (sin interrupciones desde 1971), lo que lo tornaba el estadio más longevo de la liga, los dubs dieron un giro de 180° grados y construyeron el Chase Center, un pabellón súper moderno y lujoso. También es utilizado para diversos eventos musicales y artísticos y funciona como shopping. El recinto de la zona de Mission Bay costó mil quinientos millones de dólares y lleva en su nombre a una de las empresas financieras más grandes del mundo, JP Morgan Chase.

El Chase Center, nuevo pabellón de los Golden State Warriors

El gran cambio residió en que, tras décadas de estar radicados en Oakland, el equipo cruzaba nuevamente a San Francisco, ciudad ubicada en el lado oeste de La Bahía. Allí habían ejercido la localía en los intervalos delimitados por los años 1962-64 y 1966-71, específicamente en el Cow Palace [también los partidos de las Finales de 1975], tras mudarse de Philadelphia, primera ciudad de la franquicia. Tras casi cinco décadas en Oakland y en el mítico Oracle Arena, donde tuvieron lugar vastas gestas, los Warriors giraron el timón y se ‘modernizaron’. Esto significaba cambiar la “casa” de Curry, Klay y Green desde su arribo a la liga.

La llegada de DLo

La adversidad había mutado en prosperidad; el escenario que se planteaba con la salida de Durant y las lesiones parecía sepultar a los Warriors, pero el arribo del base que había liderado hasta los playoffs a los Nets parecía compensar las cosas. Sus 21 puntos, 4 rebotes y 7 asistencias del año previo eran tentadores, pero también se descontaba que, con los Splash Brothers sanos, podía no encajar. Thompson de alero, Russell de sexto hombre, traspaso a DLo tras la vuelta de Klay y mucho más era lo que pasaba por las oficinas de San Francisco y por las mentes de los fanáticos del básquet.

No obstante las especulaciones, su presencia era positiva. Podía salvar los papeles en una mala temporada, establecer un backcourt top con Curry y, en caso de no encajar, salir traspasado y traer algún activo interesante a La Bahía. Los movimientos auguraban una temporada más agradable que la que se podía presuponer la fatídica noche del trece de junio.

Knockout en el cuarto round

Tras una pobre pretemporada y un comienzo dubitativo con una victoria y dos derrotas, los Warriors recibían a los Suns en el Chase Center. Cuando el abultado marcador presagiaba una nueva derrota, Steph fue hacia el aro y, tras chocar con Aron Baynes, recibió todo el peso del pivot colorado en su muñeca, que se hizo trizas por dentro en el parqué. El dolor que expresaba su cara preocupaba a todos y amenazaba con hacer añicos todo pronóstico.

El momento de la lesión de Stephen Curry

La fractura del segundo metacarpiano de la mano izquierda y su correspondiente operación marginaban -al menos- por noventa días al dos veces jugador más valioso de la temporada regular. Con este nuevo cambio de planes, la franquicia se despedía, por lo que se podía presuponer, prematuramente de la postemporada. Que Russell resaltara como figura, el paso al frente de jóvenes con poco lugar y una satisfactoria y sana vuelta de Curry eran los mejores deseos de Golden State para la caótica 2019/2020.

Una buena entre tantas malas

Tras anotar 14, 10 y 8 puntos desde la banca, Eric Paschall se desquitó con 20 tantos contra los Suns, en su primer partido como titular. Fue el primer debut como titular de un warrior elegido en segunda ronda desde 1980. El número 41 del Draft le brindaba soluciones y un gran fuego en la parte delantera de la duela a Golden State. Sus siguientes partidos desde el inicio se mantuvieron bajo la misma tónica: 25, 34 puntos con 13 rebotes (17 dianas en el primer cuarto del día de su cumpleaños) y 19 tantos. El ex Wildcats de Villanova mostraba sus credenciales desde el inicio de la temporada y se hacía un lugar importante en una rasgada plantilla.

Lo mejor de la temporada de Eric Paschall, el factor X de los Warriors

Paschall jugó 60 de los 65 partidos y promedió 14 puntos, 4.6 rebotes y 2.1 asistencias con un 50% en tiros de campo en 27.6 minutos por noche. Lideró a la franquicia en partidos, minutos y puntos totales. Está claro que el jugador de 198 centímetros y 23 años no habría tenido semejante lugar en el roster si Curry y compañía no se hubieran lesionado, pero sin dudas su grata aparición es de las mejores noticias que dejó la campaña de unos atípicos Golden State Warriors. Eric fue el factor X de la temporada.

También destacó el rendimiento de Damion Lee. El escolta de 1.98 metros, undrafted en 2016, jugó tan solo 15 partidos en Atlanta Hawks en la temporada 2017/2018. El contrato dual firmado con los Warriors a mediados de 2018 le permitió ser parte durante el anterior curso, aunque la superpoblación de estrellas no le concedió un importante lugar en la franquicia. Las lesiones y partidas le dejaron un hueco que supo aprovechar. Promedió 12.7p, 4.9r, 2.7a y 1s. Estos números, a pesar de no acercarse al aporte de Klay Thompson, lo constituyen como un gran activo en una futura rotación.

Las mejores jugada de Damion Lee en la 2019/2020
Lesiones redundantes y cambio de objetivo

La racha de lesiones del curso previo, donde se perdió a Klay, Kevin y DeMarcus, se extendió al presente. El obligado reposo de Steph se sumó a las molestias físicas que experimentó Kevon Looney. Los 15 millones por tres temporadas que firmó a mediados del año pasado no fueron redituables de momento. Los isquiotibiales y la cadera le permitieron jugar solo 20 de los 65 partidos de la temporada, donde tuvo una producción mucho menor que la que había entusiasmado a los hinchas en los últimos playoffs.

Draymond Green se perdió más de 20 encuentros por diversas molestias físicas, Damion Lee se ausentó durante catorce partidos consecutivos por una fractura sin desplazamiento del cuarto metacarpiano de la mano derecha, D’Angelo Russell sufrió una lesión en el pulgar derecho. Los Warriors, con tantos cambios, no pudieron conformar nunca un equipo fiable. Un quinteto totalmente desconocido salió a la cancha, casi como si un partido de NBA fuera modo de publicitar a los Santa Cruz Warriors, equipo afiliado de la Liga de Desarrollo.

Una gran aparición durante la temporada fue el tanking, eterno salvador de los equipos con objetivos inalcanzables. Con la posibilidad de llegar a la postemporada en un lugar utópico, la gerencia de Golden State decidió no apurar los retornos de las lesiones. Por primera vez en años, tras una década gloriosa, GSW cambiaba el foco. Del Larry O’Brien y los lujosos anillos a la Lotería y el Draft, a desarrollarse el 25 de junio en el Barclays Center, si la pandemia por coronavirus lo permite. Así y todo, quizás por los abonos vendidos en la previa, los hinchas ocuparon el décimo lugar de la liga en cuanto a concurrencia.

Los números no mienten

Un récord de 15-50 y el último lugar de la NBA son muestra suficiente de lo que fue la temporada de Golden State Warriors. Mientras los ojos se posan en figuras como James Wiseman, LaMelo Ball y Anthony Edwards, los de la costa oeste fueron casi colistas en todas las secciones estadísticas. 28° en puntos por partido (106.3), 25° en tantos recibidos por noche (115), 30° en rating ofensivo, 26° en rating defensivo, 30° en SRS (sistema que analiza el diferencial de puntos promedio y la dificultad del calendario), 14° en ritmo fueron una fiel representación de un año que conllevó cambios, derrotas abultadas y vastas frustraciones.

En cuanto a rachas, solo en dos ocasiones los dirigidos por Steve Kerr lograron encadenar victorias consecutivas. Cuatro triunfos entre el 20 y el 27 de diciembre, quizás motivados por la Navidad y el fin de año, y dos alegrías al hilo hacia comienzos de febrero. En cuanto a derrotas seguidas, la peor performance fue de diez caídas, justo después de las cuatro del último mes del año. Cinco veces enlazaron al menos cinco fracasos continuos. Tres noches concedieron más de 140 puntos, número que la ofensiva no pudo alcanzar en ninguno de los sesenta y cinco cotejos. Asimismo, los rivales nunca bajaron de noventa puntos, mientras que Golden State en dos ocasiones quedó por debajo de los ochenta tantos.

Llegadas y salidas

Con la mira puesta de lleno en conseguir la mejor ubicación posible en el Draft, los Warriors empezaron a desprenderse de jugadores que habían llegado como refuerzos para el presente curso. De este modo, Willie Cauley-Stein emprendió camino hacia Dallas, mientras que Alec Burks y Glenn Robinson enfilaron hacia Philadelphia, todos a cambio de futuras segundas rondas. Sus aportes sirvieron para llevar el día a día, pero no eran parte del futuro de la franquicia y los traspasos materializan esa idea. Burks promedió 16-5-3, Robinson 13-5-2 y Cauley-Stein 8-6-2.

Pero así como algunos se fueron, otros llegaron. Tras ser cortado por Milwaukee Bucks, el croata Dragan Bender se hizo un lugar firmando dos contratos por diez días -el segundo interrumpido por la suspensión de la liga- y mostrando los mejores números de su carrera. También se sumó Marquese Chris, especialista defensivo, que fichó como agente libre, fue cortado, días después obtuvo un contrato two way (para jugar en G-League y NBA) y finalmente firmó un contrato regular con los Warriors. Chriss, en medio de un salario mínimo, también atravesó los mejores promedios de su historial. Damion Lee también tenía un contrato doble, pero su gran rendimiento le permitió fichar regularmente por los azul y oro.

El último en debutar fue el mexicano Juan Toscano Anderson, quinto con esa nacionalidad en hacerse un hueco en la NBA. Nativo de Oakland, mostró desde el primer día la ilusión que le hacía jugar en el equipo de la ciudad. Toscano había formado parte de los Warriors en la pretemporada, pero luego fue cortado y, al abrirse un lugar en la franquicia, fue nuevamente fichado por el resto de la temporada. En los trece partidos que disputó mostró algunas cosas interesantes.

Otros jugadores jóvenes, como el rookie Jordan Poole, contaron con minutos y exhibieron parte de su potencial. La inconsistencia del equipo, los constantes cambios y la “búsqueda de derrotas” para ubicarse en una buena posición de cara al Draft generaron una importante cantidad de minutos y balones en cancha para jugadores relegados en otros momentos de su carrera. Así es como quince jugadores promediaron más de 20 minutos en los partidos donde fueron alineados. El único en promediar menos de diez por noche fue el novato serbio Alen Smailagic, que estuvo 9.9 por juego. Fue una oportunidad ideal para mostrarse y ganarse un lugar en el futuro de la franquicia.

El traspaso clave: Russell y Wiggins

Cuando la monotonía se apoderaba del día a día de Golden State, los rumores de traspaso empezaron a frecuentar La Bahía. A pesar de haber mostrado un gran rendimiento en sus 33 partidos en cancha (23.6p, 3.7r y 6.2a), el perfil de D’Angelo Russell no parecía encajar con los Warriors. El regreso de Klay Thompson al finalizar la temporada lo hacía prescindible en su posición, por lo que la front office empezó a buscarle salida. Tras encontrarse con que su valor no era el que imaginaban, tomaron la decisión de traspasarlo a los Timberwolves. Justo contra el equipo de Minny tuvo su mejor partido con la 0 guerrera en la espalda: marcó 52 puntos, el máximo de su carrera.

La estadía de D’Angelo Russell en los Warriors duró unos meses – Daniel Shirey/Getty Images

DLo viajó a Minnesota a reencontrarse con su amigo Karl Anthony Towns y Pablo Prigioni, a quien llama genio y considera una gran mente del deporte desde su encuentro en Brooklyn Nets. A cambio llegó Andrew Wiggins, atlético alero elegido en el primer puesto del Draft de 2014 por Cleveland Cavaliers y traspasado días después a los Wolves. Allí jugó cinco temporadas y media y, a pesar de erigir como una de las referencias del equipo, nunca pudo explotar. Cierta inconsistencia en su juego, fallas en los momentos definitorios y una suave defensa lo pusieron más de una vez en el foco de críticas, ya que si aprovechara su potencial físico y técnico podría ser una gran figura.

Junto a D’Angelo viajaron el 6 de febrero a Minneapolis Jacob Evans y Omari Spellman, mientras que a San Francisco arribaron un preciado activo en caso de que el dúo KAT-DLO no funcione: una primera ronda de 2021 protegida top3 (desprotegida en 2022 si no cumple las condiciones). También sumaron una nueva segunda ronda para 2021. Con este traspaso, los Warriors sumaron un jugador perfecto para que Steve Kerr pueda pulir y explotar, punto en el que demostró conocimiento en su trayectoria. Wiggins ocupa el puesto de alero, por lo que podría formar parte de un quinteto junto a Curry, Thompson y Green (¿más un pivot del Draft, como James Wiseman?).

No obstante, nobleza obliga, el mayor defecto del canadiense, motivo por el que su valor de mercado no está a la altura de su nivel, es su contrato. En 2019 firmó un acuerdo máximo de $148 palos verdes por cinco años, una real locura. Este convenio, considerado uno de los peores de la NBA, lo acompañará por las próximas tres temporadas y promete ser un palo en la rueda para el desarrollo y acompañamiento de la franquicia. En la 2022/23 cobrará ‘tan solo’ $33.6M.

Dejando de lado las cuestiones contractuales, Wiggins aprovechó sus doce partidos vestido de azul para adaptarse a la dinámica, ritmo y coyuntura del equipo. En 33.6 minutos por noche promedió 19.4 puntos, 4.6 rebotes, 3.6 asistencias, 1.3 robos y 1.4 tapones. Además, tiró en un 46%TC, 34%T3 y 67%TL, porcentajes mejorables. Si logra adaptar su rol y se convierte en una consistente tercera espada en el costado ofensivo, será muy importante para el futuro de la franquicia, sin tener en cuenta la arista económica.

La vuelta de la ilusión

El 5 de marzo, tras más de cuatro meses y cincuenta y ocho partidos de inactividad, volvió Stephen Curry. Creer o reventar, el rival era Toronto Raptors, verdugo en las últimas FInales. Un colmado e ilusionado Chase Center albergó un prometedor regreso del base, que en 27 minutos anotó 23 puntos, bajó 6 rebotes y repartió 7 asistencias. Los aportes de Wiggins, Lee, Chriss y Paschall no alcanzaron para batir a los campeones vigentes, que con un endiablado Norman Powell (37 puntos) se llevaron una nueva alegría del estado de California.

El regreso de Steph tras más de cuatro meses

La expectativa que generó su retorno se vio interrumpida dos días después, cuando fue diagnosticado con influenza A tras un test viral. A pesar de dejar claro que no tenía factores de riesgo para contraer COVID-19, Steph no fue parte de la delegación en los últimos partidos de la temporada: victoria el 7/3 ante los Sixers y derrota el 10/3 versus los Clippers, el partido que momentáneamente cerró la temporada de los dubs.

Una nueva mudanza: de la bahía al valle

Está claro que los Warriors no moverán nuevamente su localía, pero metafóricamente podría decirse que la sucesión de hechos los ubican en un valle. La RAE define como una “llanura entre montes o alturas”. Y bien encaja para un equipo que no solo alcanzó lo máximo, sino que se mantuvo por un lustro como el mejor equipo de la NBA. Las cosas cambian y, aunque la dinastía tal como la conocimos no se juntará en el corto plazo en el parqué, los Warriors parecen haber sacado puntos positivos de esta mini reconstrucción.

El lugar y la confianza para muchos jóvenes relegados pueden haber constituido importantes jugadores de rol para el futuro, como Paschall y Lee. La incorporación de Wiggins, con la tarea de centrarlo y convertirlo en un jugador productivo, puede convertir el quinteto en un nuevo equipo de estrellas. La espera por los efectivos retornos de Curry y Thompson hace eterno este tramo sin verlos jugar y divertirse, pero genera un importante hype para el futuro. La quimera que produce un eventual retorno a nivel de Green -que tuvo una muy discreta temporada, más si se pone sobre la mesa su suculento contrato- evoca a los Warriors de antaño. También la recuperación de jugadores claves, como Kevon Looney.

Pero lo que más emociona hoy a los dubs, sin ningún tipo de duda, es el próximo Draft. El primer puesto de cara a la Lotería, que emparejó los porcentajes y solo le brinda un 14% de posibilidades de obtener la primera elección al peor equipo de la regular season, genera la chance de obtener a un jugador que, con bajo salario, complemente los activos de la franquicia. James Wiseman (pivot), Anthony Edwards (escolta), LaMelo Ball (base), Obi Toppin (ala pivot) y Deni Avdija (alero) no solo podrían conformanr un gran quinteto de prospectos, son los primeros cinco pronosticados según los mock drafts

Suena razonable la tentación de hacerse con los servicios del center de 216 centímetros, pero también figura como una opción viable realizar algún traspaso que coloque un jugador fiable en San Francisco. Justo en el mar de rumores que ubican a Giannis Antetokounmpo en los Warriors a corto o mediano plazo. Cabe destacar que los Warriors no cuentan solo con su elección top de 2020, ya que también poseen la susodicha primera ronda de los Timberwolves para 2021, que podría tener un gran valor.

Conclusiones

A once meses de una trágica noche que auguraba lo peor para los Warriors, no parece insensato ser optimista con el futuro de la organización. Si las lesiones cesan, las figuras vuelven a su nivel y ayuda un poco la Lotería del Draft, los Warriors podrían volver a ser ese monstruo que dominó la NBA por cinco años. Cinco años en los que tuvieron asistencia perfecta en las Finales y ganaron tres anillos, constituyendo una de las grandes dinastías de la historia del deporte.

Este equipo, comandado nuevamente por un jugador que ya se sienta en la mesa de los grandes, volverá a ser tenido seriamente en cuenta a partir del próximo curso. Incluso, si la NBA cancela sus actividades hasta la 2020/21, no se perderá ninguna edición de playoffs. Y quién sabe, quizás la bahía mutó en valle a sabiendas de lo que pasaría. Lo concreto es que Steph, Klay y compañía se relamen con el fin de un movido año sabático.

*La foto principal es de Kyle Terada (USA TODAY).

Iván Fradkin

Lo que mejor hago es escribir. Escribo como el orto.

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