República Checa hace historia y se clasifica a los Juegos Olímpicos

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto.

El 3 de julio de 1883, en la ciudad de Praga, a la sazón parte del Imperio austrohúngaro, nació Franz Kafka, uno de los escritores más influyentes de la literatura universal. Algunas de las obras más destacadas del bohemio, pionero en la fusión de elementos realistas y fantásticos, son La metamorfosis (1915), El proceso (1925) y El castillo (1926).

La Real Academia Española (RAE) define como kafkiano a una situación absurda, angustiosa o frustrante. Noah Tavlin se permite complejizar este concepto para asimilarlo aún más a la obra del escritor de origen judío: la forma de reaccionar del personaje a un mundo absurdamente burocrático es la que convierte algo en kafkiano. Ese razonamiento irónicamente circular lo (nos) condena, en definitiva, al fracaso.

Ocho años y quince días después del fallecimiento de Kafka, nació la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA). Sería difícil atribuirle un fanatismo por el básquetbol como se lo acerca al movimiento existencialista. El último lustro de la vida de Franz estuvo marcado, de alguna manera, por el nacimiento de Checoslovaquia, sucesora del derrumbamiento del Imperio austrohúngaro en el tramo final de la Primera Guerra Mundial.


El 3 de julio de 2021, en la ciudad de Victoria, a 8338 kilómetros de Praga, actualmente parte de la República Checa (o Chequia), Tomáš Satoranský, oriundo de la ciudad de las cien agujas, marcó la canasta más importante en la historia de su país. Una genialidad para un genio, 138 años después de su nacimiento.

Con todos sus matices y riqueza, sería difícil encasillar a Saty en la palabra kafkiano. Enfrentar mano a mano a uno de los mejores defensores del planeta con menos de diez segundos de partido podría condenar a un mundano, en definitiva, al fracaso. Sin embargo, su reacción difirió bastante del final previsible. Giro, freno, tiro en suspensión, tablero y red con 1.8″ en el reloj de posesión.

Noventa y tres años y treinta días después del fallecimiento de Kafka, Satoranský clasificó por primera vez a su país a unos Juegos Olímpicos. Cuando el actual jugador de Chicago Bulls tenía un año y dos meses, Checoslovaquia se dividió en dos países, Eslovaquia y República Checa. La última participación olímpica del disuelto estado soberano data de Moscú 1980, edición alterada por el boicot del bloque estadounidense.

Al despertar Tomáš Satoranský una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama clasificado a los Juegos Olímpicos.

Con Tomáš Satoranský como emblema, acompañado por el aporte fundamental de Ondrj Balvín, Jan Vesely, Patrik Auda y Blake Schilb, entre otros, el equipo dirigido por Ronen Ginzburg hizo historia. Dos años después de disputar su primer Mundial (NdR: se convirtió en la cenicienta de la competencia y finalizó sexto entre 32 equipos), la República Checa se clasificó a los Juegos Olímpicos. Chequia, un país sin tanta tradición basquetbolística contemporánea, cuya liga no destaca en Europa y con apenas un puñado de jugadores con paso por la NBA, dio una vez más la campanada y estará en Tokio, donde compartirá grupo con Estados Unidos, Francia e Irán.

República Checa
República Checa jugará sus primeros Juegos Olímpicos desde 1980 (Checoslovaquia) – Imagen de FIBA

Si los momentos difíciles construyen el carácter de los equipos, no me permitiría dudar de los centroeuropeos. Adversidad mediante, los checos fueron construyendo poco a poco un conjunto disciplinado que resistió embates y, sin egos de por medio, repartió la naranja para convertir al grupo en héroe. En 2016, después de su mejor EuroBasket como República Checa, se quedó a las puertas de Río, pero finalmente llegó la revancha.

Una holgada derrota ante Turquía (70-87), selección a la que venció en un partido clave de China 2019, amenazó de entrada las ilusiones checas. Apenas la calidad de Satoranský (15p5r6a) había destacado en un equipo muy impreciso con el balón (15 pérdidas) y desde el perímetro (6/23, 26.1%t3). El jueves 1° de julio, un día después y ante la Uruguay de Rubén Magnano, los europeos se jugaban su última chance olímpica. Era ganar o morir.

El Victoria Memorial Arena se vistió de gala para un partido súper parejo que tuvo a Chequia liderando el marcador durante muchos minutos. No obstante, de la mano de Jayson Granger y Bruno Fitipaldo, los charrúas ajustaron y se pusieron a tan solo un punto a falta de 40 segundos para el final. Los pupilos de Ginzburg no anotaron en los últimos 104 segundos y comprometieron seriamente su clasificación con pérdidas y yerros, pero Granger falló un triple a 5″ de la chicharra que le habría dado al país rioplatense el boleto al Final Four.

Con el agónico 80-79, República Checa se clasificó a las semifinales como segundo del grupo B, ya que Turquía también había vencido a Uruguay (95-86), merced de un partidazo de Cedi Osman. El grupo A, como se presumía, fue liderado por el local Canadá, que superó a Grecia sudando la gota gorda (97-91) y a China con comodidad (109-79). El esperado triunfo de los helénicos ante los asiáticos (105-80) completó la zona. Checos contra canadienses y turcos ante griegos iban a abrir, desde el sábado 3, la etapa definitoria del certamen.

Sin miedo a equivocarnos, podríamos afirmar que la épica victoria de República Checa ante el anfitrión configuró el mejor partido de los cuatro Preolímpicos. A pesar de no romper nunca el cotejo, los del Viejo Continente fueron tejiendo durante los primeros 39 minutos una ventaja considerable pero no definitiva -teniendo enfrente al máximo candidato, que contaba con ocho jugadores NBA-. Dos libres de Saty decretaron, a falta de 57 segundos, un 92-82 que se antojaba irremontable para los norteamericanos. Y allí, la hecatombe que no fue tal.

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Satoranský, su líder, acumula más de 300 partidos NBA entre Wizards y Bulls, récord checo – Imagen de FIBA

Un parcial de 12-2 en menos de 50 segundos, con seis tantos de Andrew Wiggins y tres puntos per cápita de Lu Dort y RJ Barrett, empató el partido sobre la chicharra. La mano caliente y el hielo en la venas del alero de los Warriors llenó de algarabía a un país que soñaba con volver a la cita olímpica luego de un par de décadas de frustrantes ausencias. Como podía esperarse, el partido anímio se dio vuelta: Canadá se adelantó por cinco porotos en la prórroga y parecía clasificarse a ‘su’ final. Y allí, la hecatombe que sí fue tal.

Desde una bandeja de RJ Barrett con 2:34 por disputarse, los comandados por Nick Nurse pasaron dos minutos y diecinueve segundos sin anotar. En ese lapso, Patrik Auda (16p4r2a) convirtió los tiros libres que falló sobre el final del cuarto cuarto, Ondrej Albin (14p19r4a) hizo lo propio y Blake Shilb, checo de Illinois y figura absoluta del encuentro (31p3r7a, 7/12t3) adelantó a Chequia con un triple a falta de 0:49. La imprecisión se hizo norma de ambos lados y Wiggins, uno de los tres canadienses que superaron la veintena, empató con un tiro en suspensión que encaminaba al juego a otro overtime.

Sin embargo, Satoranský (18p7r5a) sacó a pasear a un Dort que lo defendió excelentemente bien y clavó un jumper con tablero histórico. Quizás el game-winner del nativo de Praga merecía un tablero encendido y una bocina invasiva, pero los locales tenían aún 1.8 segundos en el reloj. RJ Barrett abrió para Trey Lyles, que recibió solo tras una doble cortina y falló un tiro muy cómodo para el poco tiempo con el que contaba; después de 45 minutos, la balanza se inclinó para los visitantes por 103 a 101. Así, de un momento para el otro, habían bajado al máximo candidato.

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En la otra semifinal, disputada por dos países históricos del básquet europeo, Grecia estableció el ritmo del juego en una apabullante segunda mitad y goleó a Turquía por 81-63, pese a haber finalizdo catorce puntos abajo el primer cuarto (22-8). El acierto en la pintura, el dominio de los tableros y la fluidez del juego a partir del tándem Kostas Sloukas-Nick Calathes terminó de romper al equipo turco que llevó tres jugadores NBA (Cedi Osman, Furkan Korkmaz y Ersan Ilyasova) y un prometedor prospecto (Alperen Şengün) a Victoria.

En la final, República Checa no le dio ningún tipo de chance a su rival. Superó a Grecia en todos los apartados (rebotes, asistencias, robos, tapones), tuvo arrasadores porcentajes de tiro y no estuvo nunca por debajo en el marcador. Un Patrik Auda excelso (20p2r4a en 18′, 8/9tc) escoltado por los también experimentados Jan Vesely (16p9r5a5s, 7/9tc), Ondrej Balvín (14p7r2a) y Jaromir Bohacik (15p4r2a) le permitieron a Tomáš Satoranský brillar menos que de costumbre (12p3r3a). Un tercer cuarto apabullante (31-11) hizo añicos las ilusiones griegas y estiró la máxima a 32. Esta se terminó reduciendo a 25 (97-72), pero la clasificación ya era de dominio checo.

“Estábamos mejorando cada partido. No empezamos bien. La falta de práctica y preparación nos influyó mucho, pero creímos en este grupo. Tenemos buena química jugando juntos por mucho tiempo”, afirmó Satoranský instantes después de recibir el premio al MVP del certamen (Auda fue el jugador más valioso de la final). El uruguayo Jayson Granger lideró el torno en eficiencia (29), puntos (23.5) y asistencias (8.5), en tanto Wiggins destacó en los primeros dos apartados. En el campeón, Sato, Balvín y Vesely fueron los más destacados.

República Checa
La decepción canadiense

Si por un equipo se podía poner las manos en el fuego en la previa de los Preolímpicos, era Canadá. Hace años nadie duda de su creciente talento individual, pero a diferencia de otras ocasiones el laureado entrenador Nick Nurse contaba con gran parte de la tropa nacional. Un lujoso plantel compuesto por ocho jugadores NBA (Wiggins, Barrett, Dort, Joseph, Powell, Lyles, Alexander-Walker y Mulder) tenía como único objetivo el boleto a tierras niponas. En caso de cumplir con la lógica, sabía que lo esperaba un grupo de la muerte junto a su vecino Estados Unidos y Francia.

Una trabajada victoria en el debut con Grecia dejó claro que con talento no alcanzaba; como le sucedió, por ejemplo, a Giannis Antetokounmpo en China 2019, se evidenciaba que las reglas FIBA podían complicar a las estrellas de la mejor liga del mundo. Cerraron el grupo vapuleando a China (109-79), pero, como se detalló, luego sucumbieron en semifinales ante República Checa, consumando una nueva decepción para el básquet canadiense. Apenas Andrew Wiggins (21.7p6a2.3a2.3s), RJ Barrett (20.34.3r4.7a) y Nickeil Alexander-Walker (16.7p4.3r4a1s) se salvaron en un equipo que luchará por volver a los Juegos Olímpicos en París… ya 24 años después.

Canadá tiene actualmente una quincena de jugadores NBA; Murray, Gilgeous-Alexander y Brooks fueron bajas clave – Foto de FIBA
El lamento charrúa

Eduardo Galeano, influyente periodista y escritor oriundo de Montevideo, decía: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Con esa premisa, la selección de Rubén Magnano, el cerebro del oro olímpico argentino en Atenas 2004, se proponía caminar. Sin el mote de candidato para clasificarse a los JJ. OO. por primera vez desde Los Ángeles 1984 (y segunda desde Tokio 1964), los yoruguas llegaban a Victoria con el objetivo de dar algún batacazo.

Lamentablemente para toda América Latina, el sueño oriental se interrumpió en una fase de grupos que vio competir al equipo de igual a igual ante dos fuertes conjuntos europeos. La brecha de nueve puntos ante Turquía (86-95) no refleja del todo un cotejo súper reñido que tuvo a Uruguay cinco tantos arriba con 4:38 por jugarse y a Jayson Granger como figura. Justamente Granger, campeón de la Liga ACB con Baskonia en 2020 y de la Bundesliga con ALBA Berlin en 2021 (fue el MVP de las Finales), tuvo el tiro para clasificar a los celestes a las semifinales después de ir a remolque ante los checos, pero el hierro le cerró la puerta.

Además del excelso rendimiento de Granger, Uruguay contó con un clave Mathias Calfani (Kawasaki Brave Thunders), destellos muy interesantes del joven Santiago Vescovi, importante en los Tennessee Volunteers de la NCAA, y un gran segundo juego de Bruno Fitipaldo (Tenerife). La veteranía la sumaron, entre otros, Kiril Wachsmann (nacido en Málaga hace 36 años) y Esteban Batista (37 abriles, único uruguayo en llegar a la NBA). El sueño de volver a ser olímpicos tendrá que esperar para los charrúas, pero quedó evidenciado que el básquet sudamericano no tiene nada que envidiar en cuanto a talento y garra; lamentablemente, con un sistema de clasificación que atenta contra sus intereses, habrá que remar a contracorriente.

Uruguay estuvo a la altura, pero no le alcanzó para avanzar a la fase final del Preolímpico de Victoria – Foto de FIBA
Grupos definidos

Con las clasificaciones de República Checa (Victoria), Eslovenia (Kaunas), Alemania (Split) e Italia (Belgrado), todos equipos europeos y ninguno de los locales, se completaron los enigmas de la fase de grupos del torneo masculino de Tokio 2020. Estados Unidos, el máximo candidato con diferencia y defensor del oro x3, lidera el grupo A que también integran Francia, verdugo del Team USA en China 2019, República Checa e Irán. El grupo B, a priori el más accesible, está compuesto por Australia, Nigeria, Alemania e Italia. Finalmente, el grupo C se complejizó con la presencia de Eslovenia, vigente campeón europeo, dado que ya contaba con España y Argentina, finalistas del último Mundial, y Japón, el local. Los checos, nuestros protagonistas, abrirán el certamen el 25 de julio ante Irán, en tanto se cerrará el 7 de agosto con el partido por la medalla dorada.

Después de la fase de grupos, se arman dos zonas de cuatro y se sortean los cuartos de final – @defajacom

*La foto principal es de FIBA. Se utilizó como fuente el sitio web del Preolímpico de Victoria, Canadá.

Iván Fradkin

Lo que mejor hago es escribir. Escribo como el orto.

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