Picar la pelota sin callarse
La liga de básquet más grande del mundo tiene fecha de regreso el 30 de julio con un nuevo formato que se desarrollará en la “burbuja” de Orlando, como explicamos detalladamente hace unos días. De todas formas, un grupo de jugadores, entre los que destacan Kyrie Irving, Dwight Howard, Lou Williams o Avery Bradley, se oponen al retorno debido al complejo contexto sociopolítico que atraviesa Estados Unidos luego del asesinato de George Floyd a manos de la policía. El país entero está unido en un grito de protesta contra el racismo, la discriminación sistemática y la brutalidad policial hacia hombres y mujeres afroamericanos, por lo que hay distintas posturas, visiones y propuestas sobre cómo tratar el tema desde el deporte.
No necesitamos distracciones
Un grupo de jugadores, liderados por Kyrie Irving y su gran poder mediático, no consideran que sea momento de volver a jugar. Para él, la atención debe estar puesta en la histórica lucha que se desarrolla en las calles bajo el lema de BlackLivesMatter, considerando que un hipotético regreso del básquet no haría más que distraer a las personas y poner el foco en donde no importa.

Además del base de Brooklyn Nets, otras figuras apoyaron la propuesta. Entre ellas, dos jugadores que tienen delante una oportunidad inmejorable (quizás única en sus carreras) de ganar el anillo, pero que consideran más urgente la problemática social que atraviesa su país.
El veterano Dwight Howard, que disfruta el liderato de la conferencia oeste con los Ángeles Lakers, aseguró que el básquet no es necesario en este momento. “Me encantaría ganar mi primer campeonato, pero la unidad de mi gente sería un campeonato aún más grande. Cuantas menos distracciones mejor, no habrá básquet hasta que resolvamos las cosas”.
A su vez, Lou Williams, integrante de Los Angeles Clippers, otro de los candidatos, apoyó rotundamente esta postura. “En este clima el deporte es una distracción. Las personas mueren de ganas por quedarse en sus casas, tomando cervezas y viéndonos picar la pelota, en lugar de estar fuera luchando por la igualdad»
El show debe continuar
Existe un segundo grupo de jugadores, mayoritario, que acompañan la decisión de la NBA de volver a jugar. Esto no quiere decir, de ninguna manera, que la situación que vive su país les sea indiferente, si no que tienen otra visión sobre la postura que deben tomar los jugadores y la liga en este contexto. Es innegable que algunos actúan influenciados por intereses personales, cuestiones económicas o necesidad, pero también es cierto que, obviando algunas excepciones, la mayor parte de los jugadores participaron activamente en las calles, en medios de comunicación o en redes sociales, en apoyo a la causa que engloba el lema BlackLivesMatter.
LeBron James, ícono mundial del deporte y de la lucha contra la discriminación racial, opinó que regresar a las canchas no afectará su capacidad de inspirar cambios significativos en la sociedad. Esta idea que es apoyada por un numeroso grupo, que opina que es momento de aprovechar la atención mediática para extender la protesta.
De todas formas, otros jugadores se opusieron a la propuesta de Kyrie y compañía de forma mucho más personal y conflictiva. Ed Davis, jugador de Utah Jazz, destacó las diferencias económicas que separan a un selecto grupo de jugadores y al resto de la liga. “Es fácil para un tipo como Kyrie decir que renunciará a su salario, pero ¿realmente lo hará? Es fácil para Dwight Howad decir que no necesitamos jugar cuando él está en Atlanta en su mansión de 20 millones de dólares, pero hay otros tipos que necesitan ese dinero para mantener a quienes quiera que tengan a su cargo.”
Esta visión es compartida por Austin Rivers, que fue uno de los primeros en marcar las distancias salariales. A su vez, Kendrick Perkins añadió que Irving está causando un drama innecesario entre “los hermanos de la NBA” que no considera necesario en este momento.

La decisión final
La NBA no parece cambiar de posición y está dispuesta a continuar con el proyecto de reanudación de la liga que es apoyado por la mayor parte de los jugadores. Sumado a eso, las enormes pérdidas económicas producidas por la irrupción del coronavirus podrían disminuirse notablemente con la vuelta del básquet, por lo que directivos y propietarios no planean de ninguna forma modificar su decisión inicial.
Adam Silver, comisionado de la NBA, afirmó que tiene la sensación de que la mayoría de los problemas podrán resolverse en las próximas semanas, y agregó que existe un acuerdo con la asociación de jugadores que permite que, si un jugador no quiere participar del retorno, se le permitirá hacerlo sin ningún tipo de castigo financiero, siempre y cuando haya llegado previamente a un acuerdo con su equipo. Evidentemente, esto no contenta a Kyrie y los suyos, cuyas intenciones son que ninguna franquicia forme parte del regreso.
Finalmente, Michele Roberts, directora ejecutiva del sindicato de jugadores, expuso una realidad muy distinta al enfrentamiento efusivo que dibujan los medios de comunicación y las redes sociales. “Es cuestión de si jugar otra vez daña el movimiento que nosotros absolutamente, de manera inequívoca, apoyamos. Y, luego, si el hecho de que juguemos puede resaltar, alentar y mejorar este movimiento. No están luchando sobre ello; están hablando sobre ello”
Acompañar la lucha (jugando)
Lo más probable, dadas las declaraciones de Adam Silver y el apoyo masivo de los jugadores a la reanudación, es que la NBA regrese en la fecha estipulada, el 30 de julio. De todas formas, la cuestión central es cómo retomar la competición sin dejar de lado la lucha.
A lo largo de la historia del básquet, y del deporte en general, distintas figuras se han unido en apoyo a causas y problemáticas sociales, ya sea contra el racismo, la desigualdad de género, la libertad sexual o cualquier acto de opresión hacia una minoría. Deportistas como Kareem Abdul Jabbar, Bill Russell o el propio LeBron James, desde el básquet, pero también Colin Kaepernick, Justin Fashanu, Megan Rapinoe, Serena Williams o Muhhamad Ali, entre muchos otros, en diversas disciplinas, inspiran a millones de personas a construir un mundo más tolerante y equitativo.
En esta ocasión, no se trata de un individuo, sino de cientos de jugadores, en representación de millones, dispuestos a luchar unidos. Se podrían utilizar remeras con el lema «Black Lives Matter» antes de cada partido, en los entrenamientos, así como en bandas, mangas o zapatillas. También, podrían emplearse 8 minutos y 46 segundos de silencio previo a cada encuentro de playoffs, la cantidad de tiempo que Derek Chauvin mantuvo su rodilla sobre el cuello de George Floyd, ocasionando su trágica muerte por asfixia.
Los jugadores podrían arrodillarse, como lo hizo en su día Colin Kaepernick en la NFL. En el caso del jugador de fútbol americano, recibió duras sanciones, y no volvió a disputar ni un minuto en la liga debido a ello. En cambio, tan solo unos años después, observaríamos a toda la NBA, en su conjunto, arrodillándose en señal de protesta, demostrándole a Kaepernick que no está solo en su reclamo.

A las expresiones simbólicas de protesta deberá sumarse la acción concreta, como el apoyo monetario a organizaciones y comunidades que sostengan la lucha, o un verdadero cambio en la infraestructura del deporte estadounidense que no permita, por ejemplo, que los entrenadores, directivos y propietarios negros sean una escasa minoría.
El regreso solo valdrá la pena si jugadores, franquicias y la liga se comprometen a extender el reclamo y la lucha, y si no queda en un hecho anecdótico o en un comunicado sin saliva. Si todos están a la altura de las circunstancias, podríamos ser testigos de una de las máximas expresiones de la combinación entre lo deportivo y lo político, social y cultural.