Explicar lo inexplicable
Cada foto cuenta una historia, y no hay ni una que quede excluida de ello. Pero eso no es lo más lindo de las imágenes. No, no hay que confundirse. Lo más bello de esos rejuntes de fotogramas es que eternizan momentos. Momentos que en ese tiempo, en el que alguien agarró su cámara y decidió poner algo en foco, valían la pena ser inmortalizados.
Lo que diferencia a las fotos de otro tipo de recuerdos es la evidencia. Si uno vaga por su memoria y trata de explicar con exactitud lo que ve, es muy improbable que pueda generar en el otro la nitidez que provoca un retrato. Muchas veces, al no haber registro oficial de ciertas cosas, el relato de boca en boca las enaltece de tal forma que un gol, o una simple ida al supermercado, pueden parecer una leyenda. Pero, justamente, eso es lo curioso del 12 de mayo de 2019: ninguna narración oral podría hacer más grande ese hecho de lo que fue. Se dio todo lo que tenía que darse. El tiro con el que Kawhi Leonard eliminó a los Philadelphia 76ers podría ser descripto por el Negro Fontanarrosa, o por Julio Cortázar, y ni así alcanzarían las palabras. No obstante, una fotografía, que tiene de todo menos palabras, lo hizo a la perfección.
Ni el fanático más fanático de los Toronto Raptors se imaginaba un escenario similar. El equipo canadiense, que estaba por cruzar la puerta y llegar a las Finales de la Conferencia Este, se jugaba toda la temporada en un segundo. Los Sixers no serían fáciles de tumbar. Solo Leonard, con su insaciable apetito, podría, con un tiro, destrozar las ilusiones de Ben Simmons, Joel Embiid y compañía.
Todo acerca de la imagen es poético. La posición del héroe de toda una ciudad, haciendo una especie de sentadilla y sabiendo que allí se iba su último aliento. “Y que sea lo que el destino quiera”, habrá pensado en el suspiro. Embiid, expectante, con una sonrisa que se iba borrando como si alguien hubiera apretado un botón. El banco de suplentes local, a punto de saltar de la alegría. Jordan Loyd, de traje, casi a la altura del suelo, con la boca abierta y los ojos fijos en el balón. Los espectadores, también. Durante ese segundo, en el que la pelota coqueteaba con el aro para ver si la dejaba pasar, todas las personas del mundo que estaban viendo el partido se olvidaron de sus asuntos y tuvieron la misma incertidumbre. Eso es más que un recuerdo y más que una leyenda; es algo que está vivo. Todos los días son 12 de mayo para Kawhi Leonard.
*La foto principal es de Stan Behal, del Toronto Sun.