El último baile de Luis Scola

Hace 17 años, un joven de cabello largo se elevó más allá del cielo para sellar el triunfo de Argentina sobre Italia con una volcada feroz. Fue la frutilla del postre. El último detalle que le faltaba a la gesta más gloriosa de la historia del básquet nacional. La albiceleste venció cómodamente a su rival europeo 84-69 y se proclamó campeona olímpica, interrumpiendo la hegemonía estadounidense en la disciplina y dotando de nombre a aquella generación dorada de jugadores.

Ese muchacho de 24 años se ganó un lugar entre los cinco iniciales sobre la hora. En semifinales, Fabricio Oberto, el pivote titular, sufrió un golpe que le impidió disputar la final. No le pesó la presión. De hecho, metió 25 puntos, capturó 11 rebotes y fue el mejor jugador del encuentro.

Argentina conquista el oro olímpico en Atenas.

Así, comenzó a forjarse la leyenda: un gigante argentino de 2.06 metros que domina la pintura con un indescifrable movimiento de pies, un tiro letal de media distancia, grandes capacidades físicas y, sobre todo, más inteligencia que el resto. Cuatro años después, en Beijing 2008, se colgó la medalla de bronce mientras daba sus primeros pasos en la NBA. En Londres 2012, ya consolidado como figura, no pudo repetir el podio, pero igualmente retornó en Rio 2016. Esta vez, como abanderado de la delegación argentina.

Luis Scola encabeza la delegación olímpica argentina en Rio de Janiero.

Con 39 años ya cumplidos, dominó el Mundial de China 2019 y guió a la selección hacia la medalla la plata. Promedió 17.9 puntos y 8.1 rebotes, integró el quinteto ideal del torneo y se consolidó, en opinión de muchos, como el mejor jugador en la historia de la celeste y blanca. Su objetivo final era disputar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, para darle una última alegría a su querida Argentina y, de paso, convertirse en el primer basquetbolista con cinco participaciones olímpicas.

Físicamente, se sentía tan fuerte y veloz como en sus mejores años. En lo puramente basquetbolístico, había extendido su tiro como nunca antes, convirtiéndose en un fiable lanzador de tres, que podía jugar de 4 o de 5: generar peligro con su tiro externo o con su potencia bajo el poste.

El destino demoró su plan original 365 días. Incluso, lo puso en peligro. El retiro estaba entre sus opciones, pero su hambre de gloria y naturaleza competitiva lo empujaron a seguir. Aquel muchacho, que hace rato abandonó el pelo largo, ya cumplió 41 años y es el máximo referente de Argentina en Tokio 2020 (+1). Su nombre es Luis Alberto Scola y, en suelo nipón, tendrá su último baile.

Luis Scola, como los buenos vinos.

El término se popularizó a partir de la serie documental sobre la carrera de Michael Jordan, el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos. «The Last Dance» fue el nombre que Phil Jackson, once veces campeón de la NBA como entrenador, le puso al último año de la dinastía que establecieron los Bulls, que ganaron seis campeonatos en ocho años. El sexto llegó en 1998 y se definió sobre los segundos finales, con el último tiro de Jordan con la casaca de Chicago.

Aún así, en contraste con la idea que construyó el popular documental, para Luis no es necesario un final épico para coronar su trayectoria. «Mi carrera ya está hecha, está diluida en un montón de cosas, buenas y malas. En ese sentido, no puedo darle al último torneo, al último partido o al último resultado una importancia que no tiene» explicó el capitán. «Si querés podés hacer el ejercicio pensando en Michael Jordan. ¿El último partido de Jordan fue el del tiro contra Utah Jazz en 1998? No, fue uno en Washington. Y no cambia nada. Tokio no definirá mi carrera; mi carrera es todo lo que conseguí«.

Scola debutó en la selección en el Sudamericano de Bahia Blanca en 1999.

Scola es el líder de anotación de la selección argentina y el quinto máximo goleador histórico de los Juegos Olímpicos, con 525 tantos repartidos en 30 presentaciones. Al completar la fase de grupos de Tokio, será uno de los 20 jugadores con más encuentros disputados y, seguramente, subirá un puesto en la lista de anotación (necesita 12 puntos para quedar cuarto). Conquistó un oro y un bronce olímpico, dos subcampeonatos mundiales, dos Campeonatos FIBA Américas y unos Juegos Panamericanos. Jugó diez años en la NBA, nueve en España y dos en China e Italia.

Además de lo meramente estadístico, se convirtió en el corazón de una ambiciosa generación de jugadores que representaron al país mejor que nadie. Fue el líder de múltiples equipos, el mentor de docenas de compañeros y la inspiración de millones de argentinos. Su último baile puede terminar con o sin medalla, pero no importa. Mejor, disfrutemos del espectáculo entero.

Matías Kletnicki

Estudio comunicación social en UBA y periodismo deportivo en Deportea. Soy incapaz de encestar una bandeja pero puedo escribir sobre básquet sin problemas. Simpatizo por el equipo más grande de New York.

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