Básquet por la Memoria: Nunca más

Memoria. Verdad. Justicia. Hoy, miércoles 24 de marzo de 2021, como todos los 24 de marzo de cada año, se cumple un nuevo aniversario del comienzo de la última dictadura cívico-militar de Argentina, la más sangrienta de las seis que azotaron al país. 45 años transcurrieron desde la cadena nacional que anunció la asunción de la nefasta Junta Militar. Desde el día en que todo se hizo un poco más oscuro. Oscuridad que permanecerá perpetuamente, mientras sueños rotos no se reconstruyan y 30.000 compañeras y compañeros detenidos desaparecidos sigan sin aparecer.

De eso se trata la memoria. Su homónimo en latín, memoria, se forma a partir del adjetivo memor y el sufijo -ia. Memor significa ‘el que recuerda’. Cada 24 de marzo tenemos que elegir recordar, porque si recordamos construimos y transmitimos una memoria colectiva, concepto tan cuestionado por algunos en esta época contemporánea. Si recordamos, esxs 30.000 compañeras y compañeros detenidos desaparecidos están presentes. Y así los necesitamos, presentes, enteros, en nuestra memoria, para edificar un futuro sin cometer los errores del pasado.

Para plantar pañuelo y acompañar a las madres. Acompañar a las abuelas. Dicen que repite el que olvida. También que todo está cargado en la memoria, arma de la vida y de la historia. La que apunta hasta matar a los pueblos que la callan y no la dejan volar. Hoy, 24 de marzo de 2021, se cumple el cuadragésimo quinto aniversario del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. El que hizo añicos treinta mil ilusiones. Hoy, 24 de marzo de 2021, decidimos ejercitar la memoria. Y seguimos pidiendo verdad y justicia. Porque, en palabras de Strassera, nos pertenece y corresponde a todos seguir gritando Nunca más.

El golpe de Estado que comandaron Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti, integrantes de la primera Junta Militar del gobierno de facto, se cargó al pueblo argentino en todos los aspectos de la palabra. Desde la apropiación sistemática de bebés nacidos en cautiverio hasta la implementación de un plan económico neoliberal del que a día de hoy sufrimos sus consecuencias, pasando por un sinfín de atrocidades que implicaban secuestros, torturas, asesinatos y, a fin de cuentas, la figura del desaparecido. El deporte, como tantas actividades, sufrió de cerca el sanguinario accionar de las Fuerzas Armadas.

El básquetbol argentino es, históricamente, una de las disciplinas más fustigadas por los gobiernos militares. El golpe de Estado de 1955, autodenominado Revolución Libertadora, se encargó de suprimir el más mínimo rastro de peronismo, destrozando cualquier estructura existente. Después de que la selección argentina ganara el histórico Campeonato Mundial de 1950 en el Luna Park, la Comisión Investigadora N°49 del gobierno de facto recomendó la proscripción de los campeones del mundo por haber violado el Código del Aficionado que regía; los dirigentes de la CABB, sedientos de revancha y destrucción, avalaron. Muchas décadas le costó el básquet nacional recomponerse.

MÁS: A 70 años del Campeonato Mundial de 1950 (nota con capítulos de podcast grabado para el septuagésimo aniversario de la consagración argentina)

Si cruzamos el Río de la Plata, nos encontramos con el Cilindro Municipal, renombrado como Antel Arena por cuestiones de patrocinio tras el incendio de 2010 que causó su destrucción, demolición y reconstrucción, histórico estadio de la selección uruguaya de básquetbol -albergó el Mundial de 1967- que fue utilizado entre 1973 y 1976 como cárcel para presos políticos en el marco de la dictadura de Juan María Bordaberry. Soldaron puertas, enrejaron ventanas y usaron vestuarios como celdas: llegó a haber 2000 personas encerradas. En 1976, tras la fuga de cuatro prisioneros, se cerró el recinto. Miguel Millán relató en primera persona la huída en su libro ¡Faltan 4!.

En esta ocasión, nos proponemos recordar algunas víctimas del terrorismo de estado que se convirtió en norma entre 1976 y 1983. Específicamente, algunas referidas al básquet, como Alicia Elena Alfonsín, José Luis Suárez, Jorge Daniel Toscano, Julio César Genoud y el plantel clasificado para los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. La mayor parte de la información fue extraída del libro Deporte, desaparecidos y dictadura, de Gustavo Veiga, autor utilizado como fuente por varias de sus notas (link a resumen en el blog de Veiga). Allí, menciona también a Eduardo Alberto Colella y Carlos Alberto Galeazzi como basquetbolistas desaparecidos durante la dictadura, en una larga nómina que incluye, por ejemplo, 152 rugbiers.

Porque si las abuelas nos enseñaron que la escondida termina cuando aparecen todos, acá, en el parqué de 28×15, los 40 (ó 48) minutos serán eternos mientras falten Alicia, José Luis, Jorge, Julio, Eduardo y Carlos. Tanto como las corridas de Miguel Sánchez, los goles de Adriana Acosta o los enroques de Rodolfo Walsh. Por ellos, por lxs 30.000, hoy, 24 de marzo de 2021, en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, seguimos recordando, haciendo memoria y pidiendo justicia. Y volvemos a gritar Nunca más.

Alicia Elena Alfonsín. Presente. Hoy y siempre.

Alicia Elena Alfonsín nació el 5 de enero de 1961 en Buenos Aires. A los 7 u 8 años, mientras cursaba en la escuela Capitán General Bernardo O’Higgins, Alicia se acercó al Club Deportivo y Social Colegiales, ubicado en la calle Teodoro García 2860 -lindante con la estación del Tren Mitre- para practicar básquet. En una época de furor para los clubes en el país, Alfonsín hizo de Colegiales una parte importantísima de su vida. Como vivía muy cerca del club y de la escuela, todo transcurría en pocos metros cuadrados.

Hoy día, el club Colegiales solo mantiene la rama masculina de básquetbol

Se federó en el club barrial, que a la sazón tenía baloncesto masculino y femenino, y, como en el plano educativo, empezó a destacar. Se la recuerda como una gran anotadora, casi infalible desde la línea de tiros libres, y una muy comprometida defensora. “Era especial adentro y afuera de la cancha”, recuerda Carlos Funes, amigo suyo del club. Nora Sierra, compañera de Alicia en el equipo, tiene marcada su presencia en la cancha: “Era una topadora, pese a no ser tan grande físicamente. Era muy aguerrida, le daba mucha fuerza al equipo”. “Era un ser especial. Entraba al club y brillaba, llenaba el espacio donde estaba”, añade Diana Colella, también integrante de ese conjunto.

Si Colegiales era su vida, no se debía exclusivamente a la actividad deportiva que llevaba a cabo. Allí, donde tenía sus amigos y compañeros, en su adolescencia, conoció a Damián Abel Cabandié, oriundo de Entre Ríos radicado en Capital Federal. Damián, dos años y medio mayor, vivía en el mismo barrio, pero ingresó al club después, cuando cerraron la Unidad Básica de la calle Zabala, donde militaba. Ella militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y admiraba al Che Guevara, mientras que él formaba parte de la Juventud Peronista (JP), donde empezaron a involucrarse juntos.

En 1975, Alicia y Damián se casaron. El 23 de noviembre de 1977, con la joven de 16 años embarazada de cinco meses, operativos militares secuestraron a ambos, a ella en la casa que compartían en el barrio de Congreso y a él en la vía pública. Pasaron por los centros clandestinos de detención Club Atlético y El Banco, poco antes de que Alfonsín fuera traslasada a la ESMA, específicamente a la pieza de las embarazadas. En marzo de 1978, falsas promesas (crueles mentiras) mediante, dio a luz. Escribió una carta a su familia para que cuidaran de Juan, pero el bebé fue entregado al matrimonio compuesto por Luis Antonio Falco (Policía Federal) y Teresa Perrone.

En agosto de 2003, Abuelas de Plaza de Mayo recibió una denuncia sobre la mencionada pareja. Meses después, un chico criado bajo el nombre de Mariano Falco, se acercó a la organización de derechos humanos aduciendo dudas sobre su identidad. Después de realizarse los análisis inmunogenéticos correspondientes, el 26 le confirmaron que sus padres eran Alicia y Damián. Y que él era Juan Cabandié. A día de hoy, Juan es Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación Argentina, tras desempeñarse como Legislador (2007-13) y Diputado (2013-19) de CABA.

Cabandié, docente y dirigente político de 43 años, se involucró de lleno como activista de derechos humanos. El 24 de marzo de 2004, hace exactamente 17 años, dio un emotivo discurso en el acto de recuperación de la ex ESMA: “En este lugar le robaron la vida a mi mamá, ella aún está desaparecida. En este lugar idearon un plan macabro de robo de bebés. Acá hubo personas que se creyeron impunes jugando conmigo y sacándome la identidad durante 25 años (…). Hoy estoy acá, 26 años después, para preguntarles a los responsables de esta barbarie si se animan a mirarme cara a cara y a los ojos y decirme dónde están mis padres, Alicia y Damián. Estamos esperando la respuesta que el Punto Final quiso tapar”, concluyó.

Como su madre, Alicia, que militaba en las villas del barrio y llevaba a cabo una importante labor social en el Club Fénix, Juan se implicó desde chico en cuestiones comunitarias. “Digamos que en circunstancias totalmente distintas y en lugares totalmente distintos, tuvimos una vida similar, la vida de club, la vida social de club. Y la constancia de ir a entrenar, de jugar cada fin de semana”, afirma Juan, quien disfruta mucho cada vez que va al club, que hace un trienio tiene una placa (Baldosas por la memoria) identificatoria del lugar donde se conocieron Alicia y Damián. Como su mamá, la primera deportista mujer desaparecida por la dictadura, Juan utilizó la camiseta número 6 en su trayectoria deportiva (hockey sobre patines).

La Baldosa por la Memoria del Club Deportivo y Social Colegiales

“El pueblo argentino en su conjunto sufrió las consecuencias del terrorismo de Estado de aquella dictadura sangrienta. Pero aquellos que hemos sido víctimas directas… nuestra única venganza es ser felices”, expresó Juan en el trigésimo sexto aniversario del golpe de Estado de 1976. La canción Yo soy Juan, de León Gieco, refiere a la historia de Cabandié, el nieto restituido número 77. Su vida también es relatada en el segundo capítulo de la serie Televisión por la identidad, mientras que la de su madre en Deportes, desaparecidos y dictadura (Gustavo Veiga). A día de hoy, Alicia Elena Alfonsín y Damián Abel Cabandié continúan desaparecidos.

Fuentes: Deportes, desaparecidos y dictadura, Página 12, Revista Con Efecto, Abuelas, Mi Belgrano y Wikipedia.

José Luis Suárez. Presente. Hoy y siempre.

José Luis Suárez nació el 9 de diciembre de 1952 en San Cayetano, pequeño pueblo del sur de la Provincia de Buenos Aires. En Independiente, el club local, encontró la pasión por el básquetbol, deporte que atravesó transversalmente su vida. Hasta el último día. Pasó por cadetes, juveniles y primera, ergo, todas las divisiones existentes, llegando al clímax en 1970, año en que se consagró campeón de la Asociación Necochense de Básquetbol (liga + copa de forma invicta). Además, este ferviente apasionado por el deporte de la pelota naranja formó parte del equipo representativo del pueblo (alrededor de 8000 habitantes, según el censo de 2010).

La historia, contada por Gustavo Veiga en Página 12 y su blog personal, incluye testimonios de familiares de Suárez, hijo de Hugo Suárez y Angélica Di Biaggi. Le decían el Flaco: era alto, combinaba barba con bigote que se fusionaban en su mejilla, y tenía el pelo castaño claro. Cuando finalizó la escuela secundaria, se radicó en La Plata para estudiar, primero, Psicología, luego, Bioquímica y, finalmente, Educación Física, carrera a la que ingresó en 1974. Mientras cursaba el profesorado en la ciudad de las diagonales, José Luis miltaba en la Federación Juvenil Comunista (la Fede). Eventualmente, se paseaba por el territorio bonaerense para volver a San Cayetano.

José Luis Suárez utilizando la camiseta número 13 del club Independiente de San Cayetano

El lunes 9 de junio de 1977, Suárez desapareció en camino a un partido de básquet. Horas antes del cotejo, le escribió una carta a su entrenador Omar Parrachini: “Flaco, poneme en la planilla que de alguna manera llego”, recupera Veiga. No llegó. Sus tres compañeros del departamento ubicado en la calle 35 (entre 121 y 122) también permanecen desaparecidos. Sus padres, activos en la causa hasta sus últimos días, denunciaron la desaparición de su hijo en todos los organismos y entes habidos y por haber. Lamentablemente, fallecieron sin conocer el paradero de José Luis. El Flaco habría pasado por la Comisaria 5ta de La Plata y por el centro clandestino de detención La Cacha, según el testimonio de Francisco Ferrer ante la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) en 1984.

El 9 de junio de 2006, a 29 años de su desaparición, le rindieron tributo por primera vez en San Cayetano al plantar un roble en la Plaza América. “Árbol de la Memoria en Homenaje a José Luis Suárez, joven sancayetanense desaparecido por la dictadura en la Ciudad de La Plata el 09 de Junio de 1977”, reza la placa que acompaña este arbol de la memoria. En la última década, le pusieron su nombre al polideportivo del pueblo, lugar al que tenía pensado regresar, por qué no, para enseñar. Este 24 de marzo de 2021, las acciones conmemorativas empezarán con una ofrenda floral al pie del monolito que lo mantiene presente, vivo, en el recuerdo de su pueblo. A día de hoy, José Luis Suárez continúa desaparecido.

El polideportivo de San Cayetano lleva el nombre de José Luis Suárez como homenaje

Fuentes: Página 12 o WordPress de Gustavo Veiga y Diario Cuatro Vientos.

Jorge Daniel Toscano. Presente. Hoy y siempre.

Jorge Daniel Toscano nació el 16 de octubre de 1952 en el barrio porteño de Palermo, aunque su vida transcurrió principalmente en Villa Crespo, aledaño al lugar de su nacimiento. Según una tía paterna, parecía una bolita, apodo que le quedó durante toda su vida. Jorge, su padre, era empleado administrativo (tesorero) de un laboratorio de especialidades medicinales, mientras que Emma, su madre, era ama de casa. Junto a Mónica, nacida un cuatrienio después, conformaban el núcleo familiar que llegó a comienzos de los sesenta al Club Atlanta, bastión identitario de Villa Crespo.

Jorge Daniel arrancó su etapa deportiva en el Bohemio practicando natación y fútbol, pero alrededor de los 13 años se decantó por el básquet. Bolita, fanático del club, pasó por menores y cadetes hasta llegar a primera, donde pudo jugar y entrenar con sus ídolos. En paralelo, tenía una militancia peronista de larga data -JP Capital y, luego, Montoneros-. Toda la familia se volvió inherente al club durante años: sus dos padres comenzaron en la Subcomisión de Natación; luego, Jorge (p), socio activo número 703, fue tesorero del Departamento Cultural, revisor de cuentas suplente, parte de la comisión directiva (primer vocal suplente). Emma, por su parte, se desempeñó como vocal del Departamento de Educación Física y asambleísta representante suplente y titular.

Esa época, la mejor en la historia del Bohemio en básquet, tuvo al legendario León Najnudel, que en paz descanse, como maestro y entrenador. En 1970, Jorge (h) compartió equipo con Roberto Eduardo Viola, hijo del a la sazón oficial superior del ejército, pero luego miembro de la Junta Militar. Najnudel era el entrenador y Carlos Marchi, el delegado. Bolita era el capitán de equipo y años después fue promovido al lujoso plantel de primera -terminó cuarto en la rueda final del torneo oficial de la ABBA- para tomar experiencia. En 1975, durante la presidencia de Amadeo Altamura, Jorge Daniel se desenvolvió como asambleísta representante suplente de la institución.

Ese cargo ocupaba el 30 de enero de 1978, día que lo secuestraron en la intersección de las calles Niceto Vega y Bonpland, a escasas once cuadras del ingreso al club por Humboldt. Un grupo armado que dependía operacionalmente del I Cuerpo del Ejército lo detuvo en la vía pública junto a su esposa Nora Bernal y su hijo Pablo -de 20 días-, aunque este último fue entregado a su abuela Emma, que también se encontraba allí. A Nora la liberaron, la secuestraron nuevamente y la volvieron a dejar en libertad -su hermana, Patricia Bernal, también fue detenida en dos ocasiones-, pero Jorge no corrió con la misma suerte.

En 1984, Nora declaró ante la CONADEP. Emma Ferrario de Toscano, madre de Jorge Daniel, también prestó declaración, incluida en los considerandos de la resolución judicial que en 2003 dispuso la prisión preventiva del represor Julio Héctor Simón. Bolita estuvo detenido en los centros clandestinos El Banco y El Olimpo, partenecientes a la Policía Federal. En sus secuestros, Nora, su compañera, tuvo que ver como lo torturaban. Tiempo después, un tal Julián se presentó en el negocio de la familia Bernal e informó que Toscano había sido trasladado y, probablemente, fusilado. Emma se encargó de denunciar su desaparición en múltiples ocasiones, siempre en vano.

El Club Atlético Atlanta, intrínseco a Villa Crespo, reclama Memoria, Verdad y Justicia, como muchos clubes hoy en día

Según informa Sentimiento Bohemio (Edgardo Imas en 2006, a 30 años del golpe), ‘Villa Crespo fue escenario de la barbarie estatal y cuenta hoy con una lista, aún incompleta, de cerca de medio centenar de detenidos-desaparecidos y asesinados’. Jorge Daniel Toscano, uno de ellos, combinaba deporte, militancia y actividad en el club barrial y tenía 25 años. Silvia, hija del mencionado presidente Altamura, también fue secuestrada, pero por gestión de Roberto Viola (h) la liberaron, con la condición de que se exiliara. Una ex novia del hijo del represor, Liliana, en ese momento novia de un socio de Atlanta y sobrina del presidente de Chacarita, fue asesinada antes del golpe militar por la sanguinaria Triple A.

Según Osvaldo Slipak, hijo de Isaac, otrora secretario general de Atlanta, Roberto (h) estaba al margen de la represión y el golpe. Si podía dar una mano, lo hacía, pero a veces ignoraba papelitos que le hacían llegar con nombres de desaparecidos. Aunque no hay una certeza al respecto, Slipak creer recordar que Viola afirmó que no podía hacer nada con el caso de Jorge Daniel, ya que se sabía que estaba involucrado en la militancia. La novela Los Bohemios (1999), de Enrique Martín, retrata con tintes ficticios la desaparición de Toscano, mientras que en octubre de 2014 se realizó un acto homenaje en memoria de Jorge en el club.

“Daniel Toscano, socio, asambleísta y basquetbolista de Atlanta desaparecido el 30 de enero de 1978”, reza la placa que fue descubierta por su madre Emma a los 94 años (también lo recuerda una baldosa homenaje en la puerta de su casa). Del acto participaron Claudio Morresi, dirigentes del Bohemio, compañeros y familiares del alto jugador de básquet de la institución entre 1965 y 1978. “Para que la generación actual de socios y las futuras tengan presente a quien combinó la militancia política con la pasión por los colores del club de barrio”, agrega el implicado sitio Sentimiento Bohemio. A día de hoy, Jorge Daniel Toscano continúa desaparecido.

Una placa ubicada en el descanso de una escalera de que conduce al primer piso de la sede social del club recuerda a Toscano

Fuentes: Sentimiento Bohemio, Página 12, Memoria Palermo, Derechos y La Izquierda Diario.

Julio César Genoud. Presente. Hoy y siempre.

Julio César Genoud nació el 12 de agosto de 1954 en la ciudad de Mar del Plata. Estudió en el Colegio Nacional Mariano Moreno de La Feliz en simultáneo a su carrera basquetbolística en el club Peñarol, uno de los más tradicionales e históricos del deporte de la pelota naranja en el país. Genoud, apodado Flaco, Gaucho o Raúl, era un militante universitario del peronismo en la ciudad balnearia, donde estudiaba Derecho y Filosofía. En 1975, durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, estuvo detenido como preso político y debió exiliarse en Inglaterra.

El 26 de febrero de 1980, regresó al país como miliciano montonero del grupo de Tropas Especiales de Infantería (TEI) con el fin de hostigar a la dictadura militar. Ese grupo de contraofensiva (1979-80) venía para luchar contra el gobierno de facto en todos los frentes, incluidos el político y gremial. El 27 de febrero, a horas de su arribo, Julio César Genoud (26 años) fue detenido junto a Lía Mariana Ercilia Guangiroli de Genoud (22) en un control en la estación terminal de la empresa de transportes automotores Expreso Azul en Plaza Once (CABA).

La sobreviviente Silvia Noemí Tolchinsky afirma haber visto a Julio el 9 de diciembre de 1980 en una cueva próxima al cruce fronterizo Las Cuevas (Mendoza). Tiempo después, coincidió con él en un centro clandestino de detención que funcionaba en quinta cercana a Campo de Mayo. Según afirma Tolchinsky, allí Genoud fue torturado. Jesús Aguinagalde, también sobreviviente de las prácticas más sangrientas y crueles de la última dictadura militar, lo vio en Sierra Chica, Olavarría, Buenos Aires. El sitio Roberto Baschetti indica que todos los que lo conocieron hablan de su convicción y generosidad sin límites.

“Ya no se trata solamente de hacer listas, placas, fotos, murales. Cada uno de los/las militantes que pasaron días de su infancia o adolescencia o madurez en las sedes sociales, las canchas, las instalaciones, vuelven a sus espacios deportivos con la calidez de un recuerdo que siempre conmueve”, expresa Pablo Llonto en un texto inédito de abril de 2019 incluido en el libro Deporte, desaparecidos y dictadura de Gustavo Veiga bajo el título de Peñarol no olvida. Allí, el periodista, escritor y abogado recuerda a Genoud a partir del homenaje que el milrayitas le rindió a comienzos de abril de 2019, durante el cierre de las séptimas Jornadas Nacionales de abogadas/os en causas de Lesa Humanidad en Mar del Plata.

En 2016, hinchas milrayitas realizaron un homenaje a Madres y recordaron a Genoud, Colella y Galeazzi – Juan Martín Alliani

En la cena de despedida, trabajadores de Peñarol leyeron una carta que Julio le había escrito a un compañero del club en enero de 1976, momento en que estaba preso en la Cárcel de Sierra Chica. Al no contar con el texto en cuestión, reproducimos lo citado por Llonto en su artículo: “Querido Guillermo. Hoy recibí tu carta que agradezco mucho ya que es la primera que viene del ambiente basquebolístico. Perdoname, se hace difícil escribir o comunicarme cuando hay tantas cosas que nos separan, pero hay cosas que nos unen y sobre ellas debemos pivotear”, empieza Genoud.

“Vos me contás sobre tu vida, tus expectativas y me hacés llegar tu afecto del que, debo declarar, nunca dudé… Yo siempre te consideré un tipo solitario… Te voy a contar cómo estoy, qué pienso, qué espero. Mis condiciones ambientales no son óptimas, como es lógico pensar, pero creo que la gente no tiene una dimensión exacta sobre qué es esto y por qué es esto. Se dice que estamos en malas condiciones, vejados, golpeados, etc. La realidad es más cruda de cómo la pinta la prensa. Estamos recluidos en celdas individuales de 3 metros de largo por 1,20 de ancho, sucias, húmedas y que sirven de alojamiento a todos los insectos de la enciclopedia”, indica Julio César en su mensaje a Guillermo, exhibiendo la cruda realidad que implicaban los penales en esa época.

“Esto no es del todo grave si no se supiera el régimen que tenemos. Solo vemos gente o charlamos con alguien tres horas por semana, más la media hora de visita. Esto tiende a que los muchachos se destruyan mentalmente y renieguen de sus ideales…”, continúa. “…tendrían que ver cómo llegan los muchachos al penal después de un mes de estar secuestrados por el ejército, torturados, destrozados, quemados…”, añade el basquetbolista en la carta que emocionó a los ochenta presentes en el comedor de Peñarol. “En síntesis, nuestro estado es bueno a pesar de las vicisitudes, porque nuestra causa es justa y estamos orgullosos de pagar este costo por ella..”, expresa en la cuarta página del escrito.

En 2002, trascendió que un documento inédito y desconocido era prueba esencial en la causa en la que el juez Claudio Bonadío había ordenado detener a 42 represores; el informe ‘estrictamente secreto y confindencial’ de doce carillas del Batallón 601 sobre los secuestros y asesinatos de los militantes montoneros que regresaron al país del exilio incluye datos y seguimientos de personas, entre ellos Julio César Genoud

Y finaliza la carta mostrando su predilección deportiva: “…Estoy dejando de fumar, sólo consumo 5 cigarrillos diarios, hubo meses en que no fumaba, mi estado físico es bueno. Me olvidaba ¡VIVA RIVER CARAJO!, QUÉ LINDO, ME HUBIERA GUSTADO VERLO (NdR: hace reference al Metropolitano ganado por River en 1975 tras 18 años sin títulos, la mayor sequía en la historia del club). Tengo una radio con la que pude escuchar los partidos… Un saludo especial a todos los pibes de las inferiores del club. No sé cuándo los veré, pero siempre, pase lo que pase, los recordaré con cariño”, cierra. En la puerta del club, una placa recuerda a Genoud y a otros dos jugadores del club, también detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar.

Carlos Alberto Galeazzi, estudiante de Arquitectura marplatense, miembro del milrayitas y ex Nacional Mariano Moreno, fue secuestrado el 16 de diciembre de 1976 en Córdoba, cuando tenía 24 años. Eduardo Alberto Colella, representante de la institución cinco veces campeona de Liga Nacional, se encontraba realizando el servicio militar en Esquel el 10 de noviembre de 1976, pero nunca regresó a Mar del Plata. En 2016, hinchas de Peñarol le realizaron un homenaje a Madres de Plaza de Mayo en el que recordaron a los tres basquetbolistas del club desaparecidos, siempre presentes en el Estadio Polideportivo Islas Malvinas. A día de hoy, Julio César Genoud continúa desaparecido. También Eduardo Alberto Colella y Carlos Alberto Galeazzi.

Fuentes: artículo de Pablo Llonto en el libro Deporte, desaparecidos y dictadura de Gustavo Veiga, Roberto Baschetti, Desaparecidos, Página 12 y Juan Martín Alliani (Twitter).

El boicot olímpico de Moscú 1980

A comienzos de los ochenta, aún en vísperas de la creación de la Liga Nacional (1984), obra de León Najnudel, el básquet nacional se dividía en federaciones locales y campeonatos provinciales, sin una clara organización unificada. El Campeonato Argentino de Selecciones era la excepción a la regla, como si tratara de un oasis en un extenso desierto. Pese al pesimismo imperante en torno a la disciplina en el país, todavía no recuperada de la nefasta proscripción, una histórica victoria ante la Unión Soviética en 1979 en Buenos Aires (con una doble cachetada agónica de José Luis Pagella para el 88-87 final) y la obtención del Sudamericano de Bahía Blanca del mismo año cambiaron un poco la óptica a futuro.

Entre el 18 y el 25 de abril de 1980, se desarrolló en San Juan, capital de Puerto Rico, la primera edición del Campeonato FIBA Américas, que hizo al mismo tiempo de preolímpico para Moscú 1980 -hasta ese momento, los Panamericanos eran la vía de clasificación-. La selección argentina no participaba del máximo evento a nivel global desde Helsinki 1952 (cuarto puesto), poco tiempo antes de la suspensión de decenas de jugadores. El combinado local partía como favorito en un torneo conformado también por Canadá, Brasil, México, Cuba y Uruguay -Estados Unidos no participó por el ya avisado boicot- y que entregaba tres cupos para los JJ.OO.

El equipo dirigido por Miguel Ángel Ripullone -asesorado por el mítico yugoslavo Ranko Žeravica- arrancó con una apretada derrota ante el conjunto puertorriqueño (99-93), razonable por el alto nivel que exhibían los jugadores boricuas en esa época. En las fechas siguientes, se sucedieron una clara victoria ante México (104-79) y otra reñida caída, en este caso ante Canadá (89-86). Sin margen para otro traspié, Argentina venció consecutivamente a Uruguay (86-75), Brasil (118-98) y Cuba (86-75) para obtener el tercer puesto de la competencia y conseguir el boleto a Rusia, 28 años después.

Vale destacar la paliza al conjunto brasileño del histórico Oscar Schmidt, consiguiendo la mayor anotación en la historia de la albiceleste (118). Con el éxito ante Cuba, la victoria de Brasil contra el Puerto Rico campeón fue en vano, ya que locales, canadienses y argentinos se hicieron con los cupos disponibles. Carlos Raffaelli, Miguel Cortijo, Eduardo Cadillac, Gustavo Aguirre, Carlos Romano, Adolfo Perazzo, Jorge Martín, Garo Milovich, José Luis Pagella, Luis González, Carlos González y Mauricio Musso se habían convertido en ídolos por el histórico logro conseguido en suelo borinqueño.

El combinado nacional que consiguió la clasificación a los Juegos Olímpicos en el Torneo de las Américas de Puerto Rico 1980 – El Gráfico

Sin embargo, el gobierno de facto decidió plegarse al boicot impulsado por Estados Unidos, debido a la invasión soviética a Afganistán en 1979 (a posteriori, el bloque ‘contrario’ boicoteó los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984). Aunque la Junta Militar continuó sus relaciones comerciales con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), decidió no asistir al evento mundial. Brasil también se encontraba en dictadura, pero acudió a los JJ.OO. y ocupó el lugar que la selección argentina se había ganado en San Juan.

Carlos Romano, guardia anotador dos veces mundialista clave en la época, recuerda en una nota de Fabián García (Básquet Plus) que se veían venir la deserción del Comité Olímpico Argentino, plegándose al boicot yankee: “Nosotros antes de ir sabíamos que Estados Unidos haría boicot, lo que en parte era bueno porque daba una plaza más, pero recuerdo muy claro que Osvaldo Orcasitas nos había dicho que Argentina se iba a plegar. Nosotros, de alguna manera, no lo queríamos ver o aceptar, pero la realidad es que antes de volvernos ya sabíamos que no íbamos a poder ir a Moscú”. 

Tras un nuevo cimbronazo, que en este caso trascendió al básquet -pero le pegó de lleno-, León y compañía llegaron para poner orden y darle lugar a la Generación Dorada. Recién en Atlanta 1996, cuarenta y dos años después, el equipo nacional disputó sus terceros Juegos Olímpicos. En el medio, debió soportar el veto de dos dictaduras militares que nada tenían que ver con el deporte. Si los golpes te fortalecen, está claro de dónde viene la resurrección de la disciplina a nivel nacional.

Aprovechando la ausencia de Estados Unidos, Yugoslavia ganó en Moscú su único oro olímpico (seis medallas en diez participaciones)

Fuentes: Perfil, Básquet Plus y Wikipedia.

Por todos ellos, por las y los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, seguimos gritando Nunca más. Nunca más, como grita la CABB recordando a José Luis Suárez. Porque mientras ejercitemos la memoria, Alicia Elena, José Luis, Jorge Daniel, Julio César, Eduardo Alberto y Carlos Alberto seguirán vivos. En nuestra memoria, en un pueblo que no olvida. En un pueblo que sigue recogiendo sus pedacitos en los 130 nietos recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo. Mientras sigamos teniendo memoria, continuemos diciendo Nunca más. Hoy, 24 de marzo de 2021, y los 365 días de cada año. Memoria. Verdad. Justicia.

*La foto principal es de Facundo Luque (La Voz, Archivo).

Iván Fradkin

Lo que mejor hago es escribir. Escribo como el orto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *